¿Con qué vas a comerlo?

 en Comida Casera a Domicilio


Todos sabemos que hay alimentos que nos cuesta digerir más que otros, y que hay comidas que, simplemente, nos sientan mal.

El organismo de cada persona reacciona de una manera particular ante un mismo plato, pero algunos expertos en nutrición vienen desarrollando desde hace años una serie de combinaciones según las cuales las probabilidades de que nuestro organismo asimile o no algún alimento dependen del acompañamiento.

* Combinaciones correctas

Las hortalizas tienen la propiedad de combinar bien con la mayoría de los nutrientes. Incluirlas en la dieta habitual es buena forma de evitar dedicar demasiado tiempo a pensar en incompatibilidades. Sus vitaminas, sales minerales y agua favorecen la asimilación de las proteínas, lo mismo ocurre en los almidones.

Las grasas inhiben la secreción gástrica, pero, cuando se comen con verduras, este efecto parece neutralizarse y la digestión de las proteínas se produce con normalidad, aunque la digestión sea más lenta. Esta es una combinación muy frecuente en la dieta mediterránea.

Las frutas pueden combinarse entre sí, aunque algunos expertos recomiendan no mezclar las muy dulces (plátano) con las muy ácidas (naranjas). Algunos autores incluso recomiendan tomarlas antes de la comida y no como postre, porque su digestión es rápida.

* Combinaciones neutras

Las proteínas y los almidones es una mezcla que muchos consideran aceptable ya que se retarda la asimilación del almidón y así se adecuan los jugos gástricos. Un poco peor es unir las proteínas a las grasas, que dicen que es mejor acompañar con hortalizas para reducir la fermentación de la síntesis de las proteínas.

* Combinaciones desfavorables

Si las anteriores eran pasables, las que no son nada recomendables son las mezclas del almidón con las proteínas magras, los azúcares y los ácidos. También hay que tener mucho cuidado con la leche, que al parecer combina desfavorablemente con casi todos los demás.

* Principios Generales para la Asimilación

La asimilación de los alimentos depende del organismo de cada individuo. Sin embargo, hay una serie de reglas que todos compartimos.

Comer sin ansiedad ni nerviosismo. Es necesario comer tranquilamente, dedicándose sólo a disfrutar de la comida y masticar bien cada bocado. Si durante la comida procuramos no beber también reduciremos la probabilidad de sufrir incompatibilidades alimentarias.

No comer en exceso ni demasiado poco. Conviene levantarse de la mesa antes de sentirse lleno, de ese modo será mucho más sencillo realizar la digestión. Tampoco conviene pasar hambre, porque se provoca una sensación de ansiedad.

Evitar mezclar en exceso. Lo mejor es comer sólo dos o tres productos distintos para no entorpecer la labor de los jugos gástricos. La dieta ha de ser variada, pero la variedad se debe de dar en las distintas comidas y no todo en una.

Consumir antes los alimentos de rápida digestión. Las hortalizas y las carnes magras se pueden digerir así sin que se vean perjudicados por los de digestión lenta, como tocino, huevos, quesos grasos, aceites y mantequillas.

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